El periodismo ciudadano
(en ocasiones llamado periodismo cívico
o Periodismo 3.0) es «aquel que hace posible la participación activa de
los actores sociales que intervienen en todo el procesamiento de la información
de interés público» (Meso, 2005: 9). Frente a la concepción tradicional del
periodismo en la que el ciudadano es un receptor pasivo y silencioso, el
periodismo ciudadano le convierte en potencial productor de información.
Sus
características esenciales, en palabras de Koldo Meso Ayerdi (2005, 9), son
«formar opinión pública mediante la creación de públicos deliberantes y
promover la participación ciudadana». Asimismo destaca su temática local: «Los
contenidos son creados por la propia audiencia y, por lo tanto, muy pegados a
la vida y a los intereses de ésta. El periodismo ciudadano ofrece su máximo
potencial en el nivel hiperlocal (...) no en el regional y mucho menos en el
nacional» (Meso, 2005: 10-11).
José Mª García de Madariaga (2006, 206) sitúa en los años
90 el surgimiento de esta «concepción alternativa al periodismo objetivista y neutral» y señala la
importancia que han tenido en él el desarrollo de Internet y las nuevas
tecnologías como creadores de nuevos formatos y soportes para «la incorporación de las
inquietudes de los ciudadanos».
Aunque las formas de participación ciudadana en el procesamiento de la
información son variadas (desde foros hasta medios hiperlocales), la
importancia que han cobrado los blogs es indiscutible. En palabras de José Mª
García de Madariaga (2006, 207): «Uno de los modelos que más han impactado en
la comunicación social es el de los weblogs, diarios personales o
colectivos publicados en la Red. A través de ellos, millones de internautas
publican sus inquietudes sobre cualquier asunto que se pueda imaginar (…) Se
han convertido en muy pocos años en fórmula popular de expresión (…) que cada
vez se ve más dotada de recursos y posibilidades».
Entre las ventajas que trae consigo la implicación de la
ciudadanía en el proceso informativo Sergio Martínez Mahugo (2006) y Carlos
Maciá Barber (2007, 139) destacan:
-
El
periodismo como un ejercicio más democrático y no como un privilegio al alcance
de unos pocos dueños de grandes
grupos mediáticos.
-
La puesta en relieve de las inquietudes y preocupaciones
locales para la búsqueda de solución a los problemas.
-
La ruptura de la agenda
tradicional de los medios, a menudo monopolizada por intereses particulares.
-
La aparición de fuentes
informativas alternativas, más frescas, cercanas e incondicionadas.
Aunque las ventajas del periodismo ciudadano implican un
grado de transparencia mayor a la ciudadanía, también han surgido objeciones al
respecto. Tal y como distingue Carlos Maciá Barber (2007), las siguientes
cuestiones pueden contribuir a la «manipulación inconsciente» de la realidad periodística:
-
La falta de profundización en los hechos, limitando la
información a reflejar versiones contrapuestas de los distintos protagonistas. Es
necesario reflexionar, contrastar y cuestionar todas las informaciones que se
obtienen.
-
La oposición permanente como único enfoque de la
información da paso a la mordacidad, la falta de respeto y la acusación
gratuita. Hay que saber reconocer las propias diferencias y aplaudir los
aciertos ajenos.
-
La sobreestimación o subestimación de hechos o
acontecimientos. Las noticias responden a una jerarquía general y a unos
criterios profesionales que no pueden obviarse.
-
La falta de rigor en la elaboración y difusión de la
información, la ausencia de contraste, las imprecisiones, etc. Nunca puede
darse nada por sentado.
-
El descenso de la calidad del producto que se elabora y
difunde atendiendo a los intereses del público. No se puede manipular la
realidad cuando se reduce la información de interés general a lo trivial o lo
anecdótico.
-
El sacrificio del rigor informativo en aras de la
libertad y creatividad estilísticas. La construcción informativa ha de ser
consistente además de hermosa.
-
La creencia de que las fórmulas de la manipulación
periodística se limitan a las que se contemplan en las declaraciones
deontológicas, las normas de los libros de estilo, las disposiciones legales y
las sentencias judiciales.
En definitiva, las ventajas y las objeciones del
periodismo ciudadano suponen una de cal y una de arena para la labor
periodística: por una parte dotan al ciudadano de un ejercicio periodístico con
mayor libertad, pero, por otra, pueden devaluar las exigencias que la profesión
posee: « El público–audiencia, qué duda cabe, es el que dota de
sentido el trabajo periodístico. Pero sólo el profesional de la información
periodística, convenientemente titulado y colegiado, puede estar a la altura de
sus exigencias» (Real, Agudiez, Príncipe, 2007).
García de Madariaga, José María (2006): «Del
periodismo cívico al participativo: nuevos medios, viejas inquietudes». Zer,
21: 203-2017
Maciá Barber, Carlos (2007): «No todos
somos ya periodistas. Un análisis de la utopía del periodismo ciudadano desde
la perspectiva del reportaje interpretativo». Estudios sobre el Mensaje
Periodístico, 13: 123-144
Martínez Mahugo, Sergio (2006): «La
influencia del periodismo ciudadano en los medios tradicionales». Dos doce. [en línea] <http://www.dosdoce.com/articulo/opinion/2767/la-influencia-del-periodismo-ciudadano-en-los-medios-tradicionales/>
Meso Ayerdi, Koldo (2007): «Periodismo
ciudadano: voces paralelas a la profesión periodística». Chasqui, 90:
4-15
Real Rodríguez, Elena; Aguidez
Calvo, Pinar; Príncipe Hermoso, Sergio (2007): «Periodismo
ciudadano versus Periodismo profesional: ¿somos todos periodistas?». Estudios
sobre el Mensaje Periodístico, 13:
189-212.
Por: Itxaso Villanueva y Silvia Bolaños
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